domingo, 20 de enero de 2013

Desconecta el cerebro.

Hay días en los que te levantas y lo único que quieres hacer es encerrarte en tu habitación, meterte otra vez en la cama y llorar. Llorar hasta que no quede ni una puta lágrima en tus ojos. 
No hay ninguna explicación para que sientas todo esto de golpe, pero es lo que hay. 
De vez en cuando nuestro cerebro decide desconectarse y dejar que nuestro corazón saque a la luz lo más profundo de nuestro ser. O al menos eso es lo que creo yo.

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