miércoles, 23 de abril de 2014

Hombres.

Los hombres quieren que les besemos cuando tienen barba. Quieren que les comamos la polla y que les chupemos los huevos cuando tienen pelos púbicos. Quieren que les abracemos cuando tienen los sobacos peludos. Quieren que enredemos nuestras piernas con las suyas, cuando parecen osos.
 
Pero si las mujeres tenemos un sólo pelo en nuestro cuerpo que no sea de la cabeza es repugnante.
 
Vale, ya lo pillo. 

sábado, 19 de abril de 2014

Valle.

No nos prometamos nada eterno,
si se da una corta historia,
sintamos cada punto,
cada coma,
cada letra hasta el final. 
Vivamos este amor bohemio
como lo hacen pocos,
así,
como locos. 

viernes, 18 de abril de 2014

Recuerdos.

No tienes ni idea de cuánto se pueden llegar a exprimir los recuerdos cuando sobrevivir depende de ello. Se vuelven elásticos, los estiro a mi antojo una y cien veces, los distorsiono, los maquillo, juego a cambiar detalles en ellos. Me alimento de ellos cuando tengo hambre y me los bebo cuando siento sed. Pero lo que más me gusta es fumármelos, te inhalo calada a calada, cierro los ojos y exhalo el humo que se difumina, llevándose con él nuestras escenas.

¿Capaz o incapaz?

Capaz de mover el mundo por ti para que tengas sombra en un día de verano.
Incapaz de desterrar a otras galaxias los matices de tus besos.

Capaz de acostumbrarme a tu manía de tenerlo todo en su sitio. 

Incapaz de esconderme de tus ganas. 

Capaz de amarte todas las noches y que me sobren mañanas para desayunarte. 

Incapaz de olvidarme de lo que siento cuando pasas tu dedo por mi nuca. 

Capaz de rescatarte de tus peores días y hacerte el boca a boca con sabor a chocolate. 
 
Incapaz de entender mi vida sin ti. 

Capaz de gastarme toda la vida contigo.

jueves, 17 de abril de 2014

~~~

Hazme polvo.
En la cama. En el suelo. De espaldas.
Agachada. Sobre la mesa. Contra la pared.
Aquí. Allí.
Así.
Hazme polvo 
y luego,
sopla.

Marilyn Monroe.


Sólo porque una vez fallaste, no significa que vayas a fallar en todo. Sigue intentándolo, aguanta, y siempre, siempre, siempre cree en ti mismo. Porque si tu no lo haces, ¿quien lo hará? Por tanto, mantén tu cabeza erguida, tu barbilla alta y, lo mas importante, sonríe. Porque la vida es algo hermoso y hay mucho por lo que sonreír.

Caballeros sin armaduras.

A veces los príncipes no vienen vestidos de azul, sólo llevan consigo una gran sonrisa y esperan que les devuelvas otra. Son la máxima expresión de lo que es ser humano, lo cual nos lleva a pensar que tienen defectos como cualquier otra persona. Y, sin embargo, a nuestros ojos, tienen algo que los hace especiales. Y tal vez sea porque en cierto punto, compartimos con ellos un pedacito de nuestra esencia.

Feliz final, si.

Te esperé en la misma cama que un día nos hizo gigantes. Recuerdo cuando te escondías tras mis lunares y yo hacía carreras por tu abdomen. Nuestro mundo reducido a unas sábanas que envolvían todos nuestros anhelos y aspiraciones en la vida. Pero el polvo se acumuló en las estanterías, tus pecas seguían día tras día en el mismo sitio y uno de esos días, sin más, subimos la persiana y el sol nos cegó las ilusiones. Al fin y al cabo, las mejores historias de amor son las que tienen un final. Y la nuestra era sin duda de las mejores.

Bostezando sonrisas.

¿Que cómo te quise? Pues lo hice a la andaluza, exagerándote hasta la extenuación. 
Te quise de principio a fín. 
Desde tu último mechón de pelo, 
hasta tu dedo pequeño del pie. 
Te quise por si acaso y un poco más. 
Te quise de rodillas... y cómo te gustaba derrochárme todo ese querer. Pero también te quise de puntillas 
cuando no me alcanzaban tus besos. 
Te quise del derecho y del revés, tumbados, sentados, encima de la lavadora o en el coche. 
Te quise por si te ibas y también por si te quedabas. 
Te quise sin medirme en nada y por eso siempre te quise de más. Te quise de más cuando llovía y te resguardaba o cuando hacia frío y necesitabas mi fuego. Te quise cuando estabas alto y te daba miedo la caída y también te quise cuando te recogí del suelo. 
Te quise a lo loco, a lo vulgar, a lo divino, a lo profano, a lo insano, a lo carpe diem. Te quise justo en ese momento y de esas mil maneras. Me desgarré en quererte. Pero no me disculpo por ello, porque solo existió una razón para esa sinrazón de amar:

Puta en la cama.

Voy a intentar explicarte como una dama, lo que pienso hacerte como una puta.

 
Recorrería con mi lengua todos y cada uno de los resquicios de tu piel hasta hacerlos míos. Pero no contenta con ello, rozaría sutilmente todos tus atributos susceptibles de ser rozados, para que me pidieras más. Y cuando tu cerebro estuviera a punto de colapsar y no pensaras en otra cosa que en sentirte dentro de mí, te haría esperar aún un poco más como toda buena puta disfrazada de dama. 
Te arañaría hasta las intenciones. 
Te mordería incluso tus principios más arraigados.
 Te follaría hasta la extenuación mental y espiritual para convertirte en un ignorante ateo.
 
Eso te haría.

Eres la excepcion que confirma la regla.

Eres lo mismo que fueron las matemáticas durante toda mi trayectoria académica. Te odio, pero te repetiría incansablemente porque en realidad no me queda más opción. A final de curso te encuentro la gracia y hasta me apetece recuperarte en septiembre. No te entiendo y sé que nunca te entenderé, pero también sé que eso es lo de menos porque sólo debo seguir creyendo que uno más uno son dos y que el orden de los factores no altera el producto. Da igual cuánto me mueva y si al final me pongo encima o debajo, siempre resultaras un plan fallido, el más que resta, la excepción de toda regla.

Profaname.

Como la primera vez que te desnudé y me desnudaste. Nos sobraba la piel y el vodka había hecho mella en mi autocontrol. Cayeron las barreras de un solo golpe. Yo tenía mucha prisa por sentirte y tú marcabas un ritmo excesivamente candente, como el mejor director de orquesta. Tus ojos no perdían de vista ni un segundo los míos y a mí de vez en cuando me subía la vergüenza a las mejillas. Electrizabas mis poros con tus yemas y yo no era capaz ni de recordar mi nombre. Sólo quería un poco más. Seguir enredándote con mis piernas todo el tiempo, mientras hundías tu nariz bajo mi pelo y jugabas a entrelazar tus dedos por mis mechones. Me concentraba en entenderte cuando acercabas tus labios a mi oído y murmurabas cosas que no alcanzaba a oír. Te quiero más cerca, más profundo, un poco más profano. Quiero que invadas mi cuerpo y nunca haya paz entre nosotros. Quiero que utilices todos mis rincones y a cambio que me dejes arañar cada parte de ti. Quiero marcarte para saber siempre dónde vas a estar y no pasarme otra vez media vida buscándote. Quiero que me robes y ni siquiera pidas el rescate. Quiero sentirte en mí. Lo sabes. Lo sé. Quizá el tiempo no se haya detenido, pero sabemos que este momento será eterno en nuestras memorias. Te recordaré y tú ya nunca me olvidarás.

miércoles, 16 de abril de 2014

J. S.

Y esos malditos ojazos de gata en celo
y aquella mata de pelo como una hoguera
y unas pestañas con telarañas de terciopelo
y esas caderas que estaban hechas para pecar. 

martes, 8 de abril de 2014

Bien, bien, bien.

Tus labios saben a tabaco.
Sé que el humo ha llenado tus pulmones.
Pero eso está bien.
Aún puedo encontrar galaxias en tus ojos y me siento bien a la vista de tus estrellas.
Cuando tu mano recorre mi cuerpo, puedo sentir un jardín de flores creciendo en mi interior.
Siento mariposas revoloteando y chocando contra mi estómago, como queriendo salir.
Eso está bien.
Porque yo estoy bien.
Y estamos bien.

lunes, 7 de abril de 2014

El viajero solitario.

Cuando somos más jóvenes somos presionados por un sistema muy absurdo. “Estudia una carrera, termínala, busca un trabajo, ahorra dinero para un coche, ahorra para una casa, cásate, trabaja, trabaja, trabaja hasta morir sin saber que viviste”. ¿Qué hay de viajar?, ¿de conocer el mundo?, ¿de aquellos sueños de ganarse la vida haciendo lo que uno ama? La juventud necesitamos ser educados, pero no se puede confundir nuestra carrera con nuestra vida, quien lo hace así termina por tener un corazón conformista e infeliz. Debemos invertir tiempo en nosotros mismos para conocernos, para descubrirnos antes de que la sociedad intente ponernos una venda de miedos a nuestras ideas. Vivimos en un mundo donde se nos enseña que es más importante hacer dinero que hacernos personas. Olvidamos el corazón, lo maravilloso de nuestra mente, la capacidad de asombrarnos. Es triste vivir así, pero es más triste saberlo y continuar en el engaño.

Se puede.

Barbilla bien alta, mirada al frente, paso firme y pa'trás ni pa' tomar impulso. Sigue la carretera con todas sus curvas, con todas sus rectas; pero jamás te pierdas lo que pasa fuera del asfalto. Ahí está la gracia, en saber disfrutar sin perder la trazada, en saber mirar hacia todo el mundo mira y ver lo que nadie más ve. Encontrarás gente de cara, te dirán que ya estuvieron, que no llegarás, que no vale la pena. Pero no tienen ni idea de la gran diferencia: que esta vez no van ellos, que está vez vas tú. Y te caerás, sí, como todos. Pero te levantarás como nadie. 

Malaci.

¿Alguna vez has experimentado la sensación de paz y libertad al estar con alguien? Las ganas locas de llenarle la cara de besos, de coger su mano y de abrazarle por la espalda. La manía inaguantable de estallar en carcajadas después de que el amor nos haya hecho y deshecho; y bailar desnudos bajo la regadera, haciendo nuestra propia lluvia. La armonía de verle leer en silencio absoluto, o de apreciar su cara de sueño después de haberle regalado pequeñas y maravillosas muertes. Todo esto, ¿lo has sentido? Yo sí... y me brinca el pecho y se me sacude el alma y quiero reír y llorar y la sonrisa no se me escapa... no sé, no sé de qué se trata.

domingo, 6 de abril de 2014

«Amour et entropie.»

Sentimentalmente, mente, mente revoltosa, ideas revueltas que vienen y van, círculos y espirales, amor, mi amor, dibujas una idea, la llenas de color, la llenas de vos.

Versandote el alma.

Soy tuyo. Asfíxiame, lléname de gemidos, dame vida, quítamela, devórame, ilumíname, disfrútame, víveme en tus besos y siénteme en tus labios. Mátame, condéname, acaríciame. Lo que sea, pero contigo.
—José Vergara. 

miércoles, 2 de abril de 2014

Posesion maligna.

Lo encontré como desayuno, su cuerpo desnudo aún con aroma a deseo, a sudor y piel.
Me recorrieron las ganas desde la punta del pie hasta el último cabello.
Acerqué mis labios hasta su boca y lo besé desesperadamente, como si tuviera urgencia de sentirlo arder entre mi carne.
Hay paraísos que se encuentran deslizando las manos al sur, pedazos de utopía y trocitos de gloria que se esconden bajo las sábanas.
Su respiración que se cortaba, su pulso que crecía, mi corazón se aceleraba.
Estábamos vivos, muy vivos en una tierra donde la muerte es un premio y renacer entre olas de colores una bendición.
Lo desayuné exquisitamente, me vació las ganas y lleno mi cuerpo, dejándome en el alma una sensación de escalofrió que recorre mi espalda cada vez que recuerdo su vida entre mis piernas y mi corazón en su pecho. 
—Mercedes Reyes Arteaga.