martes, 11 de septiembre de 2012

Las palabras se las lleva el viento.

Se suponía que íbamos a estar juntos para siempre, se suponía que no me iba a hacer daño, se suponía que era su princesa, se suponía que yo era su presente y su futuro, se suponían tantas cosas…
¿Y qué queda ahora de todo eso? Nada. Absolutamente nada.
Cada vez estoy más convencida de que las palabras se las lleva el viento.
La que ha estado ahí en todo momento he sido yo. La que sufre soy yo. Y él está felizmente por ahí con otra, mientras yo sigo aquí, queriéndole. Queriéndole como jamás he querido a nadie. Queriendo de una forma que llega a doler como una puñalada en el mismísimo corazón.
Se suponía que me quería más que a su vida…

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