Tenía que llamarle. No sabía por qué pero tenía que hacerlo. Necesitaba verle pronto, él era el único que podía llegar a llenar aquel hueco que tenía en el alma desde hacía tanto tiempo. Se armó de valor y cogió el teléfono. Con las prisas, se equivocó y le dejó en el buzón de voz el mensaje que realmente quería:
—Ámame cuando puedas, es urgente.
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