jueves, 17 de abril de 2014

Profaname.

Como la primera vez que te desnudé y me desnudaste. Nos sobraba la piel y el vodka había hecho mella en mi autocontrol. Cayeron las barreras de un solo golpe. Yo tenía mucha prisa por sentirte y tú marcabas un ritmo excesivamente candente, como el mejor director de orquesta. Tus ojos no perdían de vista ni un segundo los míos y a mí de vez en cuando me subía la vergüenza a las mejillas. Electrizabas mis poros con tus yemas y yo no era capaz ni de recordar mi nombre. Sólo quería un poco más. Seguir enredándote con mis piernas todo el tiempo, mientras hundías tu nariz bajo mi pelo y jugabas a entrelazar tus dedos por mis mechones. Me concentraba en entenderte cuando acercabas tus labios a mi oído y murmurabas cosas que no alcanzaba a oír. Te quiero más cerca, más profundo, un poco más profano. Quiero que invadas mi cuerpo y nunca haya paz entre nosotros. Quiero que utilices todos mis rincones y a cambio que me dejes arañar cada parte de ti. Quiero marcarte para saber siempre dónde vas a estar y no pasarme otra vez media vida buscándote. Quiero que me robes y ni siquiera pidas el rescate. Quiero sentirte en mí. Lo sabes. Lo sé. Quizá el tiempo no se haya detenido, pero sabemos que este momento será eterno en nuestras memorias. Te recordaré y tú ya nunca me olvidarás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario